Un retrato de gran formato que hipnotiza por su profunda carga emocional. La obra utiliza exclusivamente tonos de gris para construir un rostro femenino con maquillaje de payaso (clown makeup), un motivo recurrente en el arte urbano. El detalle de un ojo intensamente expresivo, con pestañas definidas y un brillo que parece desafiar al espectador, contrasta con la lágrima oscura que se desliza por su mejilla. El entorno de sombras y formas onduladas (que pueden interpretarse como humo o cabello) añade un aire de misterio y dramatismo, haciendo de este un estudio sobre la dualidad de la belleza y la tristeza oculta.





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